Desde Huella Responsable cada vez estamos más volcados en lo que actualmente algunos denominan Educación para el Desarrollo Sostenible y que yo prefiero denominar Educación para la Sostenibilidad. Así, nos alejamos de las connotaciones negativas del término “desarrollo” y ponemos el foco en lo que debemos enseñar a las niñas y niños para garantizar la supervivencia de la raza humana en este planeta. Además, queremos hacerlo desde un doble enfoque que incluya la formación en sostenibilidad a los profesores que están en el día a día esforzándose en educar a los ciudadanos del futuro.
Una vez que comprendes la crisis planetaria a la que nos enfrentamos, es fácil llegar a la conclusión de que todas las personas tenemos que cambiar algo en nuestra forma de relacionarnos con el mundo y que conviene hacerlo en aquello que tenga más sentido para cada uno. Pues bien, ese sentido es el que nos ha llevado a discernir que es más efectivo transmitir la sostenibilidad a personas en edad de crecimiento que a personas ya bien crecidas, porque el impacto positivo en el planeta será mayor gracias al poder de la educación para cambiar las cosas. Lo cierto es que no tengo sesudas mediciones de impacto para aportar datos que justifiquen esta afirmación, tendrán que creer en mi experiencia de vida y mi sentido común, un bien intangible que escasea en estos tiempos inciertos.
Y esta nueva andadura la hemos comenzado hace unas semanas gracias a la oportunidad que nos ha brindado el Ayuntamiento de Galaroza (Huelva) de impartir unos talleres sobre la Agenda 2030 y los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) para niñas y niños de 3º, 4º, 5º y 6º de Primaria y 1º y 2º de la ESO, del Colegio Público Hermanos Arellano. El foco de estos talleres ha sido explicar de una manera sencilla y didáctica qué es la sostenibilidad y para Huella Responsable eso pasa necesariamente por explicar qué es la VIDA.
Ha sido un reto apasionante que hemos disfrutado David Villacañas y yo, y estamos muy agradecidos de haber podido sembrar unas semillas de sostenibilidad en esas tierras onubenses que seguro que verán los frutos cuando germinen esas semillas en una luz de conciencia planetaria que les haga sentirse parte indivisible de la Naturaleza.
Sonia Gómez